Una antigua leyenda conocida como la leyenda de Tanabata nos cuenta una anécdota que trata sobre un amor inmortal
que persiste incluso contra las inclemencias de los dioses. En un principio el Rey del cielo tubo a una hermosa hija a la cual llamo Orihime, ella no solo era agraciada en su aspecto, sino también en sus habilidades y así fue como descubrió a muy temprana edad que era realmente habilidosa con el telar, pero además de ser buena en la materia también descubrió que esta labor le encantaba, era realmente feliz cuando se mantenía tardes enteras creando las más hermosas prendas de vestir que regalaba a su padre, así transcurrió el tiempo en tranquilidad, pero todo cambio una tarde en que la joven se dirigía hacia su telar, el cual siempre estaba situado en medio de la vegetación de la llanura, ese día al llegar hasta su lugar de trabajo se topó con un joven y apuesto pastor de bueyes del cual se enamoró al instante, el joven por su parte también quedó prendido a Orihime y juntos iniciaron un romance secreto. El rey del cielo al enterarse de la situación decidió casar a los jóvenes para terminar el asunto, pero todo se tornó peor, pues desde que se casaron, ambos decidieron no separarse ni de día ni de noche, por tal motivo Orihime no volvió a su telar y el joven abandonó completamente a sus bueyes. El rey del cielo decidió entonces ponerle fin a esta relación y los separó convirtiéndolos en estrellas muy lejanas una de la otra, pero luego se compadeció de los amantes y entonces les permitió verse solo una noche al año, la séptima noche del séptimo mes, ese día podrían encontrarse en un puente sobre el rio celestial, pero solo cuando no llovía, de otro modo el rio crecía y entonces los amantes no podían verse sobre las aguas del rio, por eso a la lluvia de esa noche siempre se la llamó como “La lluvia de las lágrimas”.