Como muchas otras mujeres de familias bien poderosas, se encontraba la dichosa Victoriana Hurtado viviendo una vida de lujo. Nunca le faltó nada en la niñez y sus padres se encargaron a su vez de brindarle todo el amor que una muchacha podría pretender. Con los años, ella fue comprometida y luego casada con un hombre de principios que era bien allegado a la familia. Su padre aceptó la unión y su madre estaba feliz con su casamiento. El tiempo pasó y el amor de estos jóvenes engendró 3 hijos que criaron en paz.
Las cosas no siempre fueron color de rosas para Victoriana, ella tenía una extraña enfermedad para la época, tenía catalepsia. Sus padres fallecieron con el tiempo y dejaron su diamante más preciado en manos de quien ahora era su feliz esposo. Tras dichas muertes, toda la fortuna pasó a manos de Victoriana, quien se volvió rica. Sus hijos crecieron y vieron como el padre se metió en todos los vicios que se pudieran imaginar y empezaba a acabar la fortuna de su mujer. Por otro lado, ellos también eran buitres insensibles que solamente esperaban por la muerte de su madre.
Quien en algún momento había sido un marido respetable, terminó muriendo tras los efectos del alcoh. y dro. En un episodio de catalepsia, los 3 jovenes enterraron en el panteón de Belén a la madre sabiendo que ella padecía de dicha enfermedad. El velador llegó el día siguiente al panteón y encontró a la mujer que tenía toda la mano ensangrentada de intentar salir y se escuchaban gritos de dolor. Además, la mano se le había convertido en piedra.
La leyenda cuenta que sus hijos murieron al poco tiempo cuando se enteraron de cómo había sido encontrado el cadáver de la madre. Sus caras están hechas piedra en la tumba de Victoriana, pero nada nunca las talló en dicho lugar.